lunes, 18 de mayo de 2009

La Ascensión del Gran Mal

Detrás de este bonito título está uno de los mejores, para mí, cómics de la historia. Mi entusiasmo se debe a haber encontrado una novela gráfica que para mí aúna lo mejor del cómic de autor: es un trabajo muy personal, pero a la vez su historia tiene gran interés, y el dibujo es excelente. Excelente no principalmente por el tema técnico, sino por como el autor, David B., ha logrado dar vida a sus monstruos a través de su dibujo.
Este cómic, editado aquí muy recientemente en un solo tomo por Sins Entido con el título (al igual que en USA) Epiléptico, aúna una obra que se desarrolló durante varios años y se editó en seis álbumes separados, los cuales aparecieron en España en ese formato. Los que como yo tenian interés por esta obra pero no querían comprar tantos álbumes y a tan alto coste, han visto por fin la oportunidad de tenerlo, y además a un precio increíble. O sea que si queréis tener un cómic que se considera imprescinsible o hacer un regalo, es una muy buena oportunidad para ello.
La historia de Epiléptico es, por un lado, la historia de una infancia y el proceso de crecimiento hasta la adultez, tomando como referencia central y condicionante vital la enfermedad del hermano. Esto se lleva a cabo de la mejor manera que podemos encontrar en un cómic de estilo autobiográfico. No se escatiman detalles agradables ni desagradables, no se quiere mover ni a la compasión ni a la simpatía ni se roza el sentimentalismo: simplemente se presentan los hechos bajo el punto de vista del niño protagonista. En esto está su mayor logro, presentar sensaciones y experiencias de un niño, y sus fantasmas, su imaginación, sus gustos, de una manera que puedan transmitir esa pureza del punto de vista infantil. David B. lo logra un blanco y negro muy puro, sin grises ni tramas, y con uso de abudante simbología para representar elementos como el dolor o la enfermedad. Algunas viñetas parecen retablos abigarrados de esos elementos simbólicos, esos fantasmas, muchas veces positivos, que rodean a un niño excesivamente cerrado en si mismo.
También estamos ante la historia de una familia de la clase media francesa culturizada. La historia se desarrolla en los años sesenta-setenta, y la búsqueda de una solución a los problemas familiares se torna en un viaje hacia disciplinas y métodos alternativos, una búsqueda por parte de los padres de alivio ya sea a través de sistemas de fé o de pensamiento, a través de los cuales aprendemos sobre las tendencias que se estaban absorviendo en esa época. La enfermedad del hijo al final parece convertirse en la materialización de una enfermedad de toda la familia, una especie de maldición "jodorowskiana" para la que no tenemos respuesta y de la que no sabemos el origen. Pero es una lectura, claro. También se puede entender que la enfermedad del hijo contamina de manera irreparable a los demás miembros de la familia.
Todos esos fantasmas, David B., los ha purificado a su manera, mediante la escritura y el dibujo. Para él no es sólo un ejercicio de expresión, sino de exhorcización. Una obra maestra.

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