lunes, 6 de abril de 2009

Watchmen, superhéroes chungos / La montaña mágica, inocencia perdida

Hoy va de cómics.

Por fin Watchmen, inevitable por lo que parece para cualquier interesado en el cómic, y que a mi no me había llamado la atención ni por temática ni por dibujo, por parecerme muy "americano". Sí, aun siendo Dave Gibbbons, el dibujante, británico, yo a ese tipo de dibujo le llamo americano. Prejuicios que tiene uno. Sólo había hecho excepciones con cómics como Promethea o The League of the Extraordinary Gentlemen, y realmente creo que en éste y otros casos se debe superar la manía que podamos tener a un aspecto gráfico que no nos atrae porque muchas veces su calidad, que en principio nos puede pasar por alto ya que no es "nuestro estilo", se aprecia con la lectura. Y nos puede dar una agradable sorpresa. Mi estilo favorito es el de artistas como Clowes, Burns, o Ware, o de aquellos que cuentan historias más personales e íntimas. Y esto es muy diferente.

Pero al grano: me he lanzado a leer Watchmen al comentarse por ahí que es mucho mejor que la película. En principio me ha parecido un cómic sobrevalorado, pero muy importante e interesante. Importante por el trato del tema superhéroes, muchos de ellos de moralidad dudosa e incluso más allá del concepto de moralidad. La historia les pone en otro contexto diferente de el de el cómic de super héroe clásico, en el que su autoconciencia, sus defectos, su decadencia y su vida como productos de marketing se nos muestra. Son aventureros enmascarados, a los que vemos luchando contra ellos mismos o en sus peores momentos, más que en situaciones de persecución a villanos. La historia es compleja y bastante rica, el cómic está lleno de simbolismo y presenta una visión del mundo muy nihilista. La sensación es que al final no hay esperanza. Y si la hay, y de ahí parten mis objeciones a la historia, esa esperanza está depositada en estos vigilantes, ya que por muy amorales que puedan ser sus actos a veces, por lo que parece están justificados ya que se trata de evitar males mayores. Esas personas son una especie de elegidos que están capacitados para juzgar y condenar. Y ahí, aunque sea esta misma objeción el tema central del cómic, he visto un tono un poco fascista, que esperaba que se suavizara o se resolviera y nunca lo hace. Se puede decir que realmente el autor no se posiciona, que presenta esta realidad tan oscura simplemente, esa violencia y sus soluciones. Pero yo creo que se hacen afirmaciones insistentes que sí tienen algo que ver con la manera de pensar del guionista (Alan Moore). Y quizás me equivoco, pero cuando lees varias veces comentarios negativos contra cualquier tipo de tribu urbana, o gente contracorriente, y las mujeres salen representadas en su mayoría como insatisfechas sexuales repelentes, pues empiezas a ver que hay algo que no... Todo el rato hablando de cierta gente que puebla las ciudades como basura, y al final esa visión sigue ahí, es todo debido a nuestra decadencia y la violencia que nos rodea. Pero que me perdone el Sr. Moore pero en los ochenta no todo el mundo que llevaba tatuajes o piercings era basura delincuente. ¿Quizás es que el único mensaje es la sinrazón de todo? ¿Por eso era necesario que algunos de los vigilantes fueran detestables o amorales, porque el sentido no es llegar a una conclusion positiva sobre nadie? No lo sé. De todos modos, aún admitiendo que el retrato de personajes es bueno, no es excelente, veo que falta profundizar más en ellos. Sólo da una visión superficial, no estamos ante un Shakespeare. Entiendo el respeto que se tiene a esta obra pero me parece excesivo. Parece que cuando un comic, perdón, una novela gráfica comercial, tiene un guión decente, como el caso presente o por ejemplo Maus, ya está a la altura del Ulises de Joyce, y no lo creo así. Se nos olvida que un cómic tiene muchas dimensiones y se debe valorar por muchas más cosas que por una buena historia.

Pero lo que me ha gustado más de Watchmen es la referencia a la música electrónica. Que por lo que parece es digna de superhéroes y gente muy inteligente (jeje). Ozymandias, el héroe más listo de todos, es entrevistado ficticiamente al final del capítulo 11 y comenta que le gusta la música electrónica, nombrando a Cage, Stockhausen, Pierre Henry... Viva Ozymandias! Es Dios realmente! :) Y con eso casi se me ganan del todo. Aquí una viñeta del susodicho con sus muñecos articulados: profundo.


La Montaña Mágica de Jiro Taniguchi, el segundo cómic que queria comentar, nos devuelve al maestro Taniguchi a la europea y a todo color. Eso está genial. Taniguchi es muy bueno, el cómic es recomendable, pero especialmente para niños. Porque la historia se vende como imbuida de esa pureza sentimental y corazón de las peliculas de Miyazaki y no es para nada así. La historia es bonita pero no tiene esas aristas ni esas facetas que hacen de obras como Mi vecino Totoro algo muy especial. Yo diría que la montaña mágica es simplemente una historia infantil. No tiene nada que ver con obras del mismo autor excelentes como Barrio Lejano o El Almanaque de mi padre, que sí me parecen más sinceras y emotivas. Es como si hubiera querido Taniguchi hacer un experimento de formato y color, pero que la historia no fuera tan importante. Pues eso, que no está a la altura de otras de sus obras. Y hablando de Ponent Mon. ¿Como se les ocurre poner los precios que ponen? Es que La Montaña Mágica, con tapa dura y a color, cuesta lo mismo que, por ejemplo, El amor duele, de Nananan Kiriko (la autora del excelente Blue), en blanco y negro y que han editado con papel malucho... Quince euros... excesivo en todo caso para un comic.

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