domingo, 5 de abril de 2009

Regreso

Vuelvo de mi viaje a Japón entusiasmada por un país tan hermoso, en el que nada me ha decepcionado sino que más bien se han superado mis expectativas, un ideal para las personas gruñonas y maniáticas como yo en cuanto a temas de eficiencia, limpieza, etc. Y más importante, en el que se respeta al otro, lo que me parece la base para cualquier tipo de convivencia.
Confirmo mi racismo romántico: los japoneses son mejores que nosotros, al menos en ciertas áreas que para mi son importantes. Y son más guapos y huelen mejor.

Se critica la falta de libertad o individualismo. ¿Nosotros tenemos libertad? Creo que no somos mucho más libres y nuestra libertad es sólo aparente, y sólo se canaliza en poder vandalizar las calles (así jodiendo al vecino en vez de al sistema) o en poder elegir una marca sobre otra como consumidores. Evidentemente sé que hay una cosas negativas, pero no es mi intención negar lo malo, sino que sólo expreso mi imposibilidad de entender porque las cosas aquí no pueden ser un poco como allí.

Esperaba quizás gente más fría, pero me he encontrado con completos extraños ayudándome a encontrar direcciones (incluso llamando por teléfono y acompañándome allí!) o dirigiéndose a mi como viajera preguntándome todo tipo de cosas, quizás para practicar inglés, y en algún caso hasta español. He encontrado un país con unas ciudades que ofrecen todo tipo de servicios y comodidades. Añoro las tiendas abiertas 24 horas y los horarios de comida. Añoro poder pasear tranquilamente con total seguridad por la calle. Añoro la belleza que encuentro incluso en esas callejuelas caóticas y estrechas típicas, donde se amontonan las bicis y los cables eléctricos se acumulan.

El silencio. Hay más tranquilidad en el masivo cruce de Shibuya que en el de la Gran Vía de Madrid. En el tren se puede sestear y en el metro se puede ir tranquilo, libre de los moviles de la gente y de esa agresión sonora que representa tener que oir la música de los demás. No sabemos lo puteados que estamos o quizás no tenemos la sensibilidad que tienen ellos. No lo sé. Pero volver es un bajón tremendo. Cierto es que he ido en un contexto de vacaciones, y han sido pocos días, apenas suficiente para tener una impresión superficial, y para conocer un país es necesario vivir y trabajar en él. Pero ha sido como si todas las cosas que me molestaban de aquí, todo ese elemento cultural con el que no me siento identificada, se resolviera, y todas esas cosas feas, esas pequeñas frustraciones diarias, desaparecieran. Para terminar, dos pequeñas impresiones, una en la isla de Miyajima, y otra, el museo del manga de Kyoto.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fiesta japonesa:

http://www.vimeo.com/7458088

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=G08Z3scRfiQ

Viejas leyendas japonesas:
http://akas.imdb.com/title/tt1149612/